En el pequeA�o poblado de La Pacheca, en La Enea de GuararA�, en la provincia de Los Santos, se halla en el portal de su casa MarA�a Helena HernA?ndez GarcA�a. La artesana estA? sentada detrA?s de un almohadA?n redondo con un hueco en el centro, sobre el cual estA?n sujetados y organizados con alfileres varios hilos de colores. Ella manipula unos 20 palillos (bolillos), que va moviendo rA�tmicamente de manera que los hilos que sujetan se entrecruzan creando un tejido. Su maestrA�a es tal que avanza en el mundillo mientras conversa, sin siquiera mirar la labor, lo que evidencia las dos dA�cadas que lleva elaborando este encaje, desde que lo aprendiA? de una vecina.

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Mundillo es el nombre que recibe el tejido popular sin patrA?n, que caracteriza a la pollera santeA�a y la diferencia de las del resto del paA�s. FotografA�as: Larih Julio

a�?Es un encaje de bolillo cuyo verdadero nombre es encaje popular o sin patrA?n, como se conoce en Europa, que distingue a la pollera santeA�a de las del resto del paA�sa�?, explica el investigador Eduardo Cano, sobre el mundillo.

Aunque luce tranquila, MarA�a Helena estA? afanada pues debe terminar de coser un juego completo de mundillo pepiado, el mA?s fino y solicitado, segA?n ella, pues es mA?s denso. El encargo se lo pidiA? una intermediaria, quien toma los pedidos de pollera de clientes y coordina la confecciA?n de las diferentes piezas entre las artesanas; y al final, entrega la pollera terminada.

El proceso, desde el encargo hasta la entrega, dura alrededor de un aA�o y puede involucrar hasta cuatro personas que tal vez no se conocen entre sA� y que nunca saben a quiA�n pertenecerA? el trabajo que realizan.

Realizar un juego de mundillo para una pollera de gala, a MarA�a le toma un mes, trabajando con sus dos hijas, de lunes a lunes, desde los primeros rayos del sol hasta el anochecer, a�?si es necesario y dependiendo de la urgencia de la entregaa�?, dice. Al final ganarA? 800 dA?lares por tejer cerca de 30 yardas de mundillo, repartidas en los diferentes tramos: el milindrito, el enjaretado, la ancha, el piacillo y el ruedo. Por el juego para una montuna, cobra 580 dA?lares.

Luris, su hija de 19 aA�os, regresa de hacer un mandado y saca su mundillo (asA� se llama al almohadA?n) y se une a la escena del portal, la cual se repite en muchas casas de La Pacheca. MarA�a Helena cuenta que la mayorA�a de las mujeres de allA�, e incluso los hombres, han aprendido a hacer este tejido y es su principal fuente de ingreso.

a�?Yo sA� hacer la fachenda, que es algo que ya no se confecciona porque mucha gente no quiere eso; nada mA?s piden sencillo y pepita. Muchos tampoco hacen el milindre que se tejA�a recto, ahora le hacen una onda. Mis hijas saben tejer de todo para que el dA�a que yo parta de esta tierra no se vaya a perdera�?, enfatiza la artesana.

En la escuela aprendiA? a zurcir y a sombrear, y dice que ahora quiere coser. a�?Quiero dedicarme a hacer polleras completas. Estoy viendo eso con las muchachas porque ya se me estA?n creciendo y quiero ver cA?mo arrancamos con otra cosaa�?.

De principio a fin

Dalys HernA?ndez, de La Enea de GuararA�, es especialista en calado, aunque tambiA�n elabora polleras completas.
Dalys HernA?ndez, de La Enea de GuararA�, es especialista en calado, aunque tambiA�n elabora polleras completas.

La ingeniera de sistemas Dalys HernA?ndez cuenta que no imaginA? que serA�a artesana, a pesar de que sus abuelas, su mamA? y sus tA�as siempre habA�an cosido. Dalys vivA�a en La Chorrera, y aprendiA? a calar, marcar y zurcir como hobby, cuando visitaba a sus hermanas en su pueblo natal, La Enea.

a�?Hace trece aA�os me casA� y creA�a que aquA� conseguirA�a trabajo, pero me di cuenta que sin palanca es difA�cil. Me fueron llegando los trabajos de calado y me puse a ver que me hacA�a una tira en un dA�a y me ganaba 20 dA?lares. AsA� que me dediquA� a estoa�?, seA�ala la artesana de 40 aA�os.

Dalys en un principio se dedicaba a calar, y con los aA�os aprendiA? a armar la pollera, ayudando a su suegra y a una de sus hermanas, convirtiA�ndose en a�?una de las pocas artesanas que sabe hacer de todo y que puede armar la pollera completaa�?, seA�ala el investigador Cano.

Dalys tambiA�n tiene otra particularidad. a�?Creo que soy la A?nica en la Enea que trabaja en organdA�, una tela complicada. Cobro la tira en 35 dA?lares. Si es una tela normal, aquA� pagan 20 dA?lares por hacer los calados, sin contar que a veces vienen unos diseA�os recargados y que no se puede repetir el calado en una tira. Todas las labores han subido menos estaa�?, dice. Una pollera lleva 20 tiras (13 abajo y 7 arriba).

Para calar un tramo, primero hay que deshilarlo.
Para calar un tramo, primero hay que deshilarlo.

A ella le toma entre uno a dos dA�as terminar una, laborando desde la maA�ana hasta la noche.
Calar es una labor que consiste en deshilar una tela para luego hacer dibujos encima de ella con hilos de colores. Dalys nunca ha sacado la cuenta de los diseA�os de calado que coloca en una pollera, calcula que pueden ser alrededor de cien. Dice que sabe mA?s de 150.

En seis aA�os, Dalys HernA�ndez ha confeccionado cuatro polleras de gala y cinco montunas. Recalca que le preocupa que el vestido tA�pico desaparezca porque se ha vuelto muy costoso, lo que la ha llevado a cobrar precios mA?s bajos, que ella considera justos. a�?Las artesanas le han subido lo justo a su trabajo, pero el que estA? cogiendo los contratos (intermediario) es el que estA? elevando mucho los precios. Siento que si esto sigue asA� se va a acabar con el tiempo la confecciA?n, porque cualquiera no puede mandar a hacer una polleraa�?.

Ella cobra hasta seis mil dA?lares por una pollera marcada y cuatro mil por la sombreada, por lo que su ganancia no es mucha, dice. a�?Me han quedado como mil 800 dA?lares de la de gala en ochos mesesa�?, aclara. Ella tambiA�n elabora camisillas y vestidos estilizados.

Armadora de sueA�os

Irene Ercilia Vergara GarcA�a se dedica a armar las polleras en La Enea.
Irene Ercilia Vergara GarcA�a se dedica a armar las polleras en La Enea.

Irene Ercilia Vergara GarcA�a tiene 62 aA�os. A sus trece empezA? a marcar polleras, luego de que su papA? la retirara de la escuela. a�?A�l decA�a que la mujer no tenA�a que estudiar porque el hombre debA�a mantenerlaa�?, cuenta.

Su vecina Dilsa Saavedra, conocida por elaborar las polleras a las reinas de Calle Abajo de Las Tablas, viendo la situaciA?n de Irene en aquel momento, le ofreciA? enseA�arle a marcar y a coser. a�?Te voy a enseA�ar a coser para que te ganes el real porque de algo hay que ganarloa�?, rememora Vergara sobre las palabras que le dijo su mentora.

a�?Nada mA?s fui tres dA�as y aprendA�a�?, recuerda. Su maestra en el oficio le ayudA? a conseguir costuras pequeA�as con una cuA�ada que hacA�a polleras y asA� empezA? en el oficio.

Posteriormente, Vergara aprendiA? a zurcir, calar y sombrear. DespuA�s una tA�a le enseA�A? a coser, por eso, tambiA�n hace vestidos estilizados y costura en general.

a�?A los 25 aA�os, me propusieron que aprendiera a armar pollera y la seA�ora Dilsa me dijo que me iba a enseA�ar, que cualquier cosa o error, ella me explicaba. Cuando yo fui, ya llevA� la montuna hecha y ella me dijo que estaba excelente, y que podA�a seguir haciendo montunas y pollerasa�?. Desde allA� dedica sus dA�as a armar a mano cada parte de la pollera.

Irene no le ve nada difA�cil a su oficio, pero sA� reconoce que a�?hay unas cosas que demoran mA?s, aunque no parezca, como la terminaciA?n de la polleraa�?.

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El armado de la pollera se hace a mano, de allA� que sea tan meticuloso el trabajo.

TambiA�n se debe tener ciertos cuidados, recalca, como coser bien los mundillos para que no se despeguen debido al peso de la pollera, al igual que utilizar hilo del color de la labor al coser, para que no se note la costura.

a�?Le he intentado transmitir el conocimiento a la hija, pero no le gusta mucho, asA� que le he enseA�ado a la nuera Dalys HernA?ndeza�?, destaca.

Aunque reconoce que sA� le gusta hacer la pollera completa, le parece a�?mucho enredoa�?, por lo que prefiere dedicarse a armar polleras y a hacer basquiA�as, trajes y chaquetas etilizados.

a�?Cobro 120 dA?lares por armar y me toma dos semanas. Ya lo voy a subir a 150 porque ese precio lo tengo hace dos aA�os y todo ha subidoa�?, manifiesta Irene, que arma unas tres polleras al mes, con lo cual devenga aproximadamente 460 mensuales, trabajando todos los dA�as, a veces hasta las 11:00 p.m.
Vergara muchas veces ve errores en algunas polleras y aunque le advierte a los clientes, ella no puede hacer nada por lo avanzado del trabajo. a�?A quien le corresponde mejorar los errores es a los que hacen los diseA�os de las labores, que los hacen muy grandes y rellenos. Entre mA?s grandes estA?n, menos se apreciana�?.
‘Junta’ de marcado

Keyla AntA?nez (izq.) y DesirA� Herrera (der.) trabajan juntas el punto en cruz para sacar el trabajo mA?s rA?pido.
Keyla AntA?nez (izq.) y DesirA� Herrera (der.) trabajan juntas el punto en cruz para sacar el trabajo mA?s rA?pido.

En el patio de su casa en el Llano Afuera del Cocal, DesirA� Herrera trabaja con Keyla AntA?nez desde hace muchos aA�os. Ambas marcan a�?al ojoa�?, sin utilizar angeo.

Ellas trabajan juntas para sacar un trabajo, ya que de esa forma se les hace a�?mA?s fA?cil y rA?pido terminara�?, indica Keyla.

Ella vive en Las Lagunitas de Bajo Corral y se dedica hace trece aA�os a marcar, aunque tambiA�n sabe zurcir. Lo aprendiA? de su mamA?. Por su parte, DesirA�, tambiA�n oriunda de Lagunitas, conociA? el marcado por medio de la esposa de un tA�o, cuando tenA�a 15 aA�os.

El marcado es la labor mA?s antigua de la pollera, dice el investigador Eduardo Alberto Cano, y tambiA�n la mA?s costosa. a�?La pollera mA?s antigua que existe fA�sicamente es una marcada de 1870, la cual fue hecha en RA�o de JesA?s, Veraguas, y hoy reposa en el Museo Manuel FernA?ndez Zarate de GuararA�a�?, explica Cano, advirtiendo que las nuevas generaciones no se interesan por aprender esta tA�cnica de bordado. El investigador estima que en unos 10 aA�os esta labor desaparecerA?.

Herrera coincide con Cano, aA�adiendo que en Lagunita la mayorA�a de las mujeres adultas marcan, pero no se observa a las jA?venes interesadas en aprender. a�?A mi hija sA� le gusta, ella es rA?pida rellenando, me ayuda cuando me ve muy atrasada y asA� se gana su platitaa�?, aclara.

DesirA� detalla que la tA�cnica de marcado consiste en hacer unas cruces sobre el dibujo, de allA� que tambiA�n se le conozca como punto en cruz.

a�?Punto en cruz porque primero se tira una sola lA�nea y despuA�s se cruza. Se va rellenando y se hace la cruz. Hay que tener cuidado porque si se coloca mal un punto, el error se ve mA?s adelante y hay que retroceder la costuraa�?, subraya.

A estas dos artesanas les toma terminar una tira juntas de 8 a 10 dA�as a�?depende si se coge de lleno a diarioa�?.

Describen que las camisas las hacen en punto fino, o sea 4 por 5, mientras que la falda la hacen en punto 5 por 6.

El marcado es una labor que estA? en peligro de desaparecer, segA?n estimaciones del investigador Eduardo Cano.
El marcado es una labor que estA? en peligro de desaparecer dentro de 10 aA�os, segA?n estimaciones del investigador Eduardo Cano.

a�?A veces mandan a hacer la parte de abajo en 4 por 5a�?. AntA?nez se refiere al nA?mero de hilitos que se deben contar para hacer la cruz. Pero ellas ya lo tienen tan calculado que no necesitan contar.

El precio del tramo depende de la complejidad de la labor, el tamaA�o y los colores. a�?A�sta de cuatro tonos en azules (se refiere a la labor en punto en cruz que estA?n elaborando), cuesta 120 dA?lares el tramo, porque no hay punto volaoa��, que la hace mA?s difA�cil. Las mA?s complicadas se cobran en 150 a 160 (dA?lares) por un tramo de 36 pulgadasa�?, seA�ala Herrera.

Este encargo de cinco tiras les tomarA? poco mA?s de 40 dA�as, al cabo de los cuales recibirA?n 600 dA?lares que se dividirA?n entre las dos.

A las artesanas les corresponde seguir el patrA?n del diseA�o que le presenta el cliente. a�?Si sabemos que no estA? correcto le hacemos sugerencias, pero la mayorA�a lo traen hecho de 10 pulgadas, que es lo normala�?, afirma Keyla, mientras que Cano expresa que los diseA�adores de punto en cruz estA?n escasos y se pueden contar con una mano. Otra razA?n por la cual considera que esta labor estA? en peligro.

Keyla lamenta que la labor de la artesana sea invisible. a�?Hay muy pocos que nos valoran. Somos las que hacemos todo el trabajo y no nos mencionan para nada en los concursos cuando ganan las polleras que marcamosa�?.

Aprender fuera de la meca
En la ciudad de PanamA?, conocedores de las labores de pollera imparten cursos sobre confecciA?n del traje tA�pico para promover estas tA�cnicas artesanales.

De Azuero a PanamA?

Diamantina Herrera se jubilA? hace un aA�o y creA? el programa de capacitaciA?n Manos panameA�as para el mundo, donde enseA�a a elaborar el traje tA�pico.
Diamantina Herrera se jubilA? hace un aA�o y creA? el programa de capacitaciA?n Manos panameA�as para el mundo, donde enseA�a a elaborar el traje tA�pico.

Diamantina Herrera se jubilA? hace un aA�o y decidiA? dedicarse a su pasiA?n: la artesanA�a de la pollera. CreA? el programa de capacitaciA?n Manos panameA�as para el mundo, donde enseA�a a elaborar el traje tA�pico.
a�?La idea de los cursos es dar a conocer mA?s sobre la pollera, que esto no se pierda y que se vaya haciendo de la forma correcta. Tratamos de ceA�irnos estrictamente a lo autA?ctonoa�?, dice Herrera, aclarando que las tA�cnicas que enseA�an son las de la pollera santeA�a, que es la que ella conoce.

Herrera vive en ChitrA� y viaja a PanamA? todos los fines de semana a dictar los talleres. Cuenta que aprendiA? a los 9 aA�os a tejer en gancho viendo a sus tA�as, quienes tambiA�n le transmitieron las tA�cnicas de bordado y tejidos. a�?Luego me perfeccionA� con otras personas que tambiA�n sabA�an hacerlo en GuararA�a�?, destaca. Recientemente incursionA? en el corte y el armado de la pollera, con la tutorA�a de dos primas en San JosA� de Las Tablas.

Los cursos se realizan en un salA?n en la calle 74 de San Francisco, de viernes a domingo, en horarios diurnos y nocturnos. Cada curso se compone de seis a ocho clases, de cuatro horas. Los precios oscilan entre los 175 y 185 dA?lares, y en algunos casos incluyen materiales. Herrera explica que terminado el curso, el estudiante tiene un tiempo para terminar el trabajo en casa y debe regresar para el revisado y hacer correcciones.

Magda De Las Casas elaborA? una pollera de coquito en el taller Manos panameA�as para el mundo.
Magda De Las Casas elaborA? una pollera de coquito en el taller Manos panameA�as para el mundo.

a�?Tenemos el taller de tA�cnica de polleras, un curso donde se aprende a hacer un rebozo, que es una prenda que se usa con la pollera, con la tA�cnicas de talco, zurcido, calado, marcado. TambiA�n tenemos el curso donde enseA�amos a tejer mundillos y otro de temblequesa�?, cuenta la artesana.
Diamantina enseA�a y sus hijos y su cuA�ada se encargan de la logA�stica. El programa ha capacitado cerca de 500 personas en su primer aA�o. Muchas de ellas han logrado hacer una pollera blanca, que es el objetivo de uno de los cursos. a�?Vamos a estar sacando alrededor de 100 polleras blancas en el Desfile de las Mil polleras, todas hechas a manoa�?.

Otro logro que Diamantina destaca es que a�?muchas personas que llegan nunca han cosido y aquA� hacen bellezasa�?. TambiA�n resalta que hay hombres que van a aprender y que se han lucido para regalarle una prenda a su mamA?, al igual que ya hay personas ganando dinero con lo aprendido en los talleres.

Amor por el traje

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Ezequiel Villarreal GonzA?lez, quien pertenece a una familia tradicional de Los Santos, ha investigado sobre la pollera y en base a eso creA? el taller Lindas polleras PanamA?. FotografA�a: Albin garcA�a

Ezequiel Villarreal GonzA?lez siempre estuvo rodeado de tradiciones. De 1980 a 2012 administrA? el AlmacA�n Villarreral, un negocio familiar en Las Tablas que vendA�a artA�culos para la confecciA?n y adornos de la pollera.

Esta experiencia y su amor por la pollera, llevA? a Villarreal a conocer e investigar mA?s sobre la vestimenta tradicional. a�?Hice estudios comparativos, tanto teA?ricos como prA?cticos, de todo lo que se habA�a escrito sobre la polleraa�?, expresa. AsA� empezA? a recopilar material que posteriormente le servirA�a para impartir sus talleres de costura tradicional denominados Lindas polleras PanamA?, los cuales dicta junto a su cuA�ada Amanda EcheverrA�a en el barrio El Cangrejo en la capital, los fines de semana, y en Las tablas, los dA�as de semana. En la actualidad, estA?n abriendo un curso en ChitrA�.

Entre otras cosas, Villareal busca a travA�s de sus cursos promover el uso de la mA?quina de coser en la confecciA?n de la pollera para asA� abaratar los costos en la elaboraciA?n y hacer accesible el traje tA�pico a mA?s personas.

a�?En PanamA?, es un mito hablar de la pollera hecha con mA?quina de coser. Desde que vino la mA?quina de coser (a finales del siglo XIX), toda la costura recta era hecha con mA?quina. A alguien se le ocurriA? decir que todo debA�a ser a mano, creando el mito de lo artesanal, que sA� tiene su valor, pero ha vuelto inaccesible la polleraa�?, manifiesta.

Villarreal menciona que desde 1950, cuando empezaron a salir las primeras mA?quinas bordadoras domA�sticas de Singer, algunas mujeres como sus tA�as, sombreaban y bordaban a mA?quina. a�?Yo tengo una pollera bordada a mA?quina de principio de los aA�os sesenta de claveles rojos en varios tonos, asA� que no estoy inventando ahora las polleras bordadas a mA?quina. Ya habA�a casos aislados y existA�an piezas de polleras bordadas a mA?quina muy lindasa�?, subraya.

Villareal busca a travA�s de sus cursos promover el uso de la mA?quina de coser en la confecciA?n de la pollera para asA� abaratar los costos en la elaboraciA?n y hacer accesible el traje tA�pico a mA?s personas.
Villareal busca a travA�s de sus cursos promover el uso de la mA?quina de coser en la confecciA?n de la pollera para asA� abaratar los costos en la elaboraciA?n y hacer accesible el traje tA�pico a mA?s personas.

No obstante, Ezequiel Villarreal resalta que sus cursos, que comenzaron en mayo de este aA�o y en los que ha capacitado a mA?s de 70 personas, no van en contra de la integridad del traje, sino que buscan que a�?la pollera se haga de la forma correcta, siguiendo la estructura, las medidas y los patrones del traje tradicionala�?.

Villarreal ha planificado el taller en cuatro mA?dulos, de cinco a seis clases cada uno, que contienen una parte teA?rica y otra prA?ctica. Cada uno vale 150 dA?lares. a�?DespuA�s que se terminen las sesiones, si la persona no ha elaborado las piezas, puede seguir teniendo asesorA�a hasta que las culmine, asA� como consultorA�a de por vida en todos los proyectos que vaya a hacer, sin ningA?n costoa�?, aclara.

El primer mA?dulo es el de corte y armado de la pollera, donde el estudiante aprende a hacer una sin labores. a�?Uno de los propA?sitos es poner en vigencia todas las variedades de polleras, que son lindas, econA?micas, sencillas y enriquecen nuestro traje y su historiaa�?, distingue.

El segundo mA?dulo es sobre las diferentes tA�cnicas de ejecuciA?n de la pollera, que imparte la cuA�ada Amanda EcheverrA�a e incluye teorA�a sobre las labores, los tamaA�os, la ubicaciA?n en el traje y los estilos de acuerdo a la tA�cnica. El tercer mA?dulo es la elaboraciA?n de flores de la pollera o tembleques. Mientras que el A?ltimo es sobre el cuidado de la pollera y el arreglo de la empollerada. a�?Entonces la persona termina con un conocimiento integral de la pollera que muy pocos tienena�?, dice.